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Cómo evitar el espigado en la lechuga durante el verano

26 de febrero, 2024 2 minutos de lectura
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El fenómeno del espigado en las plantas, especialmente en la lechuga, está estrechamente ligado al proceso de floración y es desencadenado por diversos factores ambientales, como las altas temperaturas, la radiación solar intensa y el estadio de desarrollo de la planta, entre otros.

En el caso específico de la lechuga, el espigado es mayormente influenciado por las elevadas temperaturas, y la prolongada exposición a la luz solar. Esta planta, siendo de día largo, requiere una significativa cantidad de horas de luz de forma continua para iniciar su proceso de floración. Por lo tanto, es durante el verano cuando se observa con mayor frecuencia el fenómeno del espigado debido al aumento tanto de la temperatura como de las horas de luz.

El proceso molecular del espigado en la lechuga implica una compleja interacción de proteínas y fitohormonas. Tras recibir estímulos que inducen la floración, la planta aumenta la producción de enzimas encargadas de sintetizar dos fitohormonas clave: auxinas y giberelinas. Estas fitohormonas desempeñan roles fundamentales en el crecimiento, la elongación y la floración de la planta, actuando de manera sinérgica para desencadenar el proceso de espigado.

Además, se observa una sobreexpresión de ciertas proteínas durante el espigado, como las expansinas, que facilitan la elongación celular, y las proteínas fotosintéticas y del metabolismo energético, que se incrementan para hacer frente a la demanda energética asociada con la floración. También se destacan las proteínas redox, que ayudan a la planta a contrarrestar el estrés oxidativo causado por la intensa radiación solar.

El espigado puede detectarse por el aumento en el crecimiento vertical de la planta y una mayor densidad foliar, así como por cambios microscópicos en el meristemo apical. Sin embargo, estos cambios suelen ocurrir poco tiempo antes del inicio del espigado, no resultando útiles para su detección durante la fase del desarrollo en semillero.

Para evitar o retrasar el espigado en la lechuga durante el verano, se pueden emplear diferentes estrategias. Una opción es la creación de variedades transgénicas en las que se inhiban proteínas clave para la floración, como el factor de transcripción FLOWERING LOCUS T (LsFT) u otras proteínas similares. Otra alternativa es el uso de fitorreguladores del crecimiento, como el uniconazol, que inhiben la biosíntesis de giberelinas y pueden frenar eficazmente el proceso de espigado.

Además, ajustar el ambiente de cultivo para reducir la intensidad de la radiación solar y acortar las horas de luz también puede ser efectivo para disminuir la incidencia del espigado en la lechuga durante el verano. Esto no solo ayudaría a mantener una temperatura más moderada, sino que también limitaría la cantidad de luz necesaria para desencadenar el proceso de floración en la planta, contribuyendo así a prolongar su ciclo de crecimiento vegetativo.